Durante décadas, la industria cárnica ha contratado a inmigrantes y refugiados para realizar el peligroso trabajo de cortar carne, para consumo en los Estados Unidos. Ahora, un pequeño pero creciente número de plantas empacadoras están recurriendo a trabajadores bajo programas de visas.

Luis Velázquez es pasante del Fondo de Periodismo Gary Marx.

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Los cascos de colores distinguen las diferentes funciones y puestos de trabajo en Seaboard Foods, una importante planta empacadora de carne en Guymon, Oklahoma. Los gerentes utilizan el color verde. Los supervisores el azul oscuro. Los trabajadores extranjeros que tienen visa portan el amarillo-verde.

Cada año desde el 2017, Seaboard ha empleado al menos a un centenar de trabajadores con visas H-2B. Bajo el programa federal, las empresas pueden contratar a extranjeros para trabajos temporales cuando se enfrentan a la escasez de mano de obra. La mayoría de los titulares de visados trabajan como jardineros, empleadas domésticas y cocineros.

Sin embargo, Seaboard forma parte de una pequeña, aunque creciente corriente en la industria cárnica, que ya dependía en gran medida de una mano de obra inmigrante: Se contrata a más extranjeros para realizar el peligroso trabajo de cortar y empacar la carne para consumo en los Estados Unidos.

En el año 2015, seis plantas solicitaron la contratación de trabajadores extranjeros. El año pasado, el número casi se duplicó, a 11, según un análisis realizado por Investigate Midwest de los datos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. (Los datos del año 2021 aún no están disponibles).

Expertos del sector afirman que los trabajadores extranjeros -cuyo tiempo en el país está sujeto al empleador que patrocina sus visas y, por lo general, no son miembros de los sindicatos de las empresas- seguramente son menos propensos a denunciar las condiciones de trabajo en una industria donde son comunes las laceraciones y amputaciones.

“(Las empacadoras de carne) necesitan emplear a mucha gente, y hay que exigirles lo máximo posible”, dijo Joshua Specht, catedrático de la Universidad de Notre Dame quien ha estudiado la industria cárnica. “La mejor manera de hacerlo, obviamente, es centrarse en emplear a personas que sean más bien marginales y que estén dispuestas a aguantar el exceso de trabajo”.

El Instituto Norteamericano de Productos Cárnicos, el brazo de cabildeo del sector, que a menudo habla en nombre de la industria, no respondió a las múltiples solicitudes para comentar sobre el incremento de visas H-2B o las críticas sobre la seguridad en las plantas empacadoras.

El Departamento de Trabajo aprueba las solicitudes de visa laboral H-2B y garantiza los derechos de los trabajadores beneficiados.

“El Departamento se toma muy en serio las violaciones de los requisitos del programa H-2B y se esfuerza por proteger los salarios, las condiciones de trabajo y la seguridad de todos los trabajadores, especialmente durante estos tiempos difíciles y desafiantes”, dijo el vocero de la agencia, Grant Vaught, en un comunicado.

Martín Rosas, presidente del Local 2 de United Food and Commercial Workers, y quien representa a los trabajadores de Seaboard, afirmó que sus representados están condicionados a no quejarse porque tienen que pasar por el proceso de recontratación cada año.

“La empresa les da un casco de distinto color”, dijo. ” Ese simple hecho los convierte en un objetivo para el supervisor, o para toda persona que quiera maltratar a un trabajador”.

Emplear a trabajadores con visa H-2B durante los meses de octubre a junio, permite a la empresa mantenerse al día con la alta demanda, y trata a todos los empleados por igual, dijo un vocero de Seaboard Foods. Todos reciben un salario inicial de $17.25, vacaciones pagadas y seguro médico, añadió.

“Los participantes en el programa H-2B reciben exactamente el mismo trato que los trabajadores de producción a tiempo completo”, dijo.

Como hay más de mil empleados en la planta de producción durante un turno, los diferentes colores de los cascos facilitan la identificación de los trabajadores y los supervisores, dijo.

[Lea también: Sindicato presenta denuncia ante la OSHA contra una de las principales productoras de carne de cerdo en el país].

Para que una empresa califique como empleador H-2B, debe pagar un salario igual o superior al vigente en la industria o al salario mínimo de su localidad. Sin embargo, en todos los sectores, los trabajadores H-2B reciben a menudo un salario inferior al de los trabajadores estadounidenses, según el grupo de pensamiento progresista del Instituto de Política Económica, (EPI- por sus siglas en inglés).

Otro requisito para que una empresa contrate mano de obra con visa H-2B, es demostrar que hay escasez de trabajadores en el mercado laboral. Sin embargo, según un informe del EPI, la economía estadounidense no muestra signos de que exista tal escasez de mano de obra en los sectores que habitualmente emplean personas bajo este programa. Los datos del Departamento de Trabajo en el informe revelan alrededor de 5 millones de trabajadores que no tienen empleo en puestos de trabajo con visas H-2B.

Una de las críticas al programa de visas es que los puestos pueden convertirse en semi-permanentes porque las empresas solicitan extensiones.

“Realmente se ha convertido en una forma de reemplazar la mano de obra en Estados Unidos por empleos con baja remuneración”, dijo Victoria Mesa, abogada de derechos civiles del Proyecto de Justicia para Inmigrantes del Southern Poverty Law Center.


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La situación del tiempo de permanencia de una persona en el país -y, por tanto, su capacidad de cobrar un sueldo- está sujeta a su empleador, es similar a la del visado agrícola de la categoría H-2B, el visado H-2A. Los trabajadores muchas veces padecen abusos y explotación porque no quieren ser deportados.

El Centro de los Derechos del Inmigrante, Inc., una organización que ayuda a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores inmigrantes de México en Estados Unidos, entrevistó a 100 trabajadores con visas H-2A y concluyó que a todos se les habían violado sus derechos.

“Muchos comprueban que cuando llegan a Estados Unidos las condiciones son muy diferentes a las prometidas”, dice el informe de la organización correspondiente al año 2020. “Incluso los trabajadores que describieron una experiencia generalmente positiva con su empleador se desempeñaron en un lugar de trabajo con al menos una violación legal grave”.

Angela Stuesse, catedrática de antropología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, dijo que la industria cárnica permite que los trabajadores aguanten un trabajo repetitivo que provoca lesiones.

“La gente está de pie en la línea, codo a codo y con gente a ambos lados. Hacen el mismo corte una y otra vez”, dijo Stuesse. “Es un ambiente hostil. No se espera que te enfermes, ni que te lesiones”.

Altas cifras de lesiones y muchos idiomas

Los empleados de las empacadoras de carne a menudo tienen que lidiar con elevados índices de enfermedades y lesiones graves.

Los trabajadores de la industria cárnica y avícola registraron alrededor de 160 casos por cada 10,000 empleados en el año 2013, en comparación con alrededor de 40 casos en la industria manufacturera en general, según un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de los Estados Unidos (GAO – por sus siglas en inglés), del año 2016. El índice de lesiones disminuyó entre el 2004 y el 2013, pero sigue siendo más alto que el de la industria manufacturera en general.

Ambas cifras son probablemente más altas debido a que tanto los trabajadores como los empleadores no reportan las lesiones y enfermedades, según el informe.

Specht, experto en este sector, afirma que la industria cárnica tiene una larga historia de explotación laboral.

[Lea también: El pollo y la carne de res baratos tuvieron un costo. Cómo las plantas cárnicas estadounidenses crearon focos de coronavirus].

Al principio, las plantas empacadoras de carne se construían en ciudades pobladas, lo cual permitía a los trabajadores protegerse mediante la creación de sindicatos, señaló. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, las nuevas plantas empacadoras de carne empezaron a trasladarse hacia las zonas rurales y no siguieron utilizando una mano de obra sindical tradicional.

Con el traslado a las zonas rurales, las empresas buscaron una mano de obra dispuesta a trabajar a bajo precio y a dejar de lado las comodidades de la ciudad, según un estudio del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Para ello, recurrieron a los inmigrantes latinoamericanos y, más recientemente, a los refugiados africanos.

En el año 2015, alrededor de una cuarta parte de los trabajadores de la industria cárnica y avícola eran no ciudadanos nacidos en el extranjero, según el informe de la GAO.

Los distintos idiomas que se hablan en una planta empacadora dan fe de la diversidad de su mano de obra. Una planta de Dakota del Sur cuenta con una plantilla en la que se hablan unos 40 idiomas, según un informe de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC – por sus siglas en inglés).

Sin embargo, los numerosos idiomas también pueden fomentar la incapacidad de los trabajadores a protegerse a sí mismos, señaló Specht.

“No es sólo un problema del inglés y el español”, dijo. “Es también el hecho de que en algunas de estas instalaciones se hablan hasta una docena de idiomas diferentes. Todo esto impide que los trabajadores se comuniquen de una manera efectiva, que se organicen, o incluso; que aboguen por sí mismos”.

Una denuncia en Seaboard Foods

En el 2016, el Local 2 de la UFCW se enteró de que Seaboard -el segundo productor de cerdos más grande del país y la cuarta planta procesadora de carne de cerdo- planeaba contratar trabajadores del programa H-2B, dijo Rosas, el presidente del sindicato. Al poco tiempo, el sindicato hizo un esfuerzo por contratarlos. Su convenio colectivo permite al sindicato hablar con los trabajadores que tienen este tipo de visas para que se sumen a sus actividades.

Pero, en comparación con otros sindicatos nacionales (de la misma naturaleza), pocos trabajadores con visas se han inscrito.

De unos 2,000 empleados, el 95% son miembros del sindicato, dijo Rosas. El año pasado, Seaboard registró su mayor número de trabajadores bajo el programa de visas: unos 180, según los datos del DOL; alrededor del 40% están agremiados, dijo Rosas.

En abril, el UFCW 2 presentó una denuncia contra Seaboard Foods ante la Administración de Seguridad y Salud Laboral. El sindicato afirmaba que la empresa no hizo lo suficiente para proteger a los trabajadores durante la pandemia, que penalizaba a quienes se tomaban una incapacidad por enfermedad y que excluía de los carteles, en al menos cuatro idiomas que principalmente se hablan en la planta, información sobre el COVID-19, así como capacitación.

Después de que la empresa comunicara al sindicato que había solicitado más trabajadores con visas H-2B para este año y el próximo, el sindicato también se quejó durante el mes de julio ante la Oficina de Certificación de la Mano de Obra Extranjera del Departamento de Trabajo.

El problema: el salario de los trabajadores.

El salario base de Seaboard Foods es de 17.25 dólares para todos los trabajadores, incluidos los que tienen una visa. Pero otras plantas de la zona -la de National Beef en Liberal, Kansas, y la de JBS en Dalhart, Texas, ambas a una hora de Guymon- pagan a sus trabajadores al menos 3 dólares más, según afirma el sindicato en una carta.

(National Beef dijo a Investigate Midwest que paga 20.70 dólares. JBS paga 22 dólares en sus plantas procesadoras de carne, según Meat + Poultry).

No obstante, Seaboard pretende demostrar que paga el salario predominante de la industria en su localidad, y con ello poder acogerse al programa de visados, según explica la carta.

Vaught, el vocero del Departamento de Trabajo dijo que los salarios acordados en el convenio colectivo de trabajo reemplazarían el salario prevaleciente en el área local al momento de determinar el pago de los trabajadores con visa H-2B.

El sindicato también afirma en su comunicado que Seaboard Foods no tiene escasez de empleados, requisito necesario para solicitar el visado.

“La carga de trabajo y la necesidad de mano de obra es constante durante todo el año, no es estacional, ni se ve afectada por la carga máxima ni es intermitente”, señala el sindicato en su carta. “Seaboard … ha contratado trabajadores con visas H-2B entre 6 y 9 meses para cada uno de esos años”.

El vocero de Seaboard dijo que históricamente la industria porcina ha experimentado un aumento de la demanda de enero a marzo y de octubre a diciembre, razón por la cual se necesitan trabajadores temporales.

“Una de las muchas vías por las que Seaboard Foods intenta mitigar los problemas de mano de obra es el programa H-2B del Departamento de Trabajo”, dijo el vocero.

Independientemente de quién realice las tareas, lo cierto es que las plantas de producción son lugares de trabajo peligrosos, dijo Debbie Berkowitz, directora del programa de salud y seguridad de los trabajadores del Proyecto de Ley Nacional de Empleo.

“La industria no invierte en condiciones de seguridad”, dijo. “Sólo intentan atrapar a los trabajadores más vulnerables que no hablarán y no revelarán lo sucedido”

Cómo analizamos los datos

Los datos para este reportaje proceden de la información sobre visados del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Se definió como “empacadora de carne” aquella que posee un código NAICS de 311611, 311612, 311613 o 311615. OSHA utiliza los tres primeros códigos para definir “empacado de carne“. El cuarto código es el procesamiento de aves de corral. Antes del año 2015, los datos de resultados en el sitio web del DOL no incluyen los códigos NAICS, lo que dificulta la comparación con años anteriores.

Traducido por Beatriz Oliva

Foto principal cortesía de Canva.

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